LUCERO
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Cuando el cielo se iluminó con los relámpagos y las nubes comenzaron a tronar, la Tía Lucero bajó de su alacena una vela del Santísimo, la prendió con un cerillo, apretamos bien los ojos, rezamos un poquito y nada nos pasó.
San Luis Potosí, S.L.P., 1991.
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